miércoles, 18 de enero de 2017

Porque Yo lo digo 19/01/2017

Job 12:13: "pero la sabiduría y el poder son de Dios, y suya también la decisión inteligente."

Las discusiones entre niños y adolescentes y sus papás casi siempre son muy difíciles de llevar por el camino de la lógica. Esto suele ser porque entran en conflicto la necesidad o el capricho del niño, con las normas, lógicas o conocimientos de los padres. Mi padre solía solucionar estos conflictos de una manera muy sencilla, cuando se cansaba de dialogar con nosotros acerca de cualquier cosa, directamente decía "esto es así porque yo lo digo y punto". La verdad es que la imposibilidad de razonar a mí me ponía furioso, pero es cierto que ahora entiendo que con un niño que no razona a veces hay que decir punto, hay que decir basta. Hay que decir basta, y hay que poner límites, y es que decir que no, no es malo para los niños como no es malo para los adultos. No siempre podemos tener lo que queremos.

Recuerdo una situación, de la que no puedo dar muchos detalles pero en la cual Dios me trató como a ese niño pequeño diciéndome "no quiero que vayas allí y punto, porque yo lo digo". Y no es que Dios fuera en ese momento un tirano o un dictador, más bien es que yo estaba tomando inconscientemente un camino que me llevaba a consecuencias que yo no podía ver y que serían devastadoras para mi vida, y Dios, primero me aconsejó no transitarlo, pero después directamente me dijo que no fuera. En ese momento, yo me enfadé mucho con Dios porque lo que yo quería era ir a donde mi capricho me dirigía. Sin embargo, ahora en perspectiva veo que Dios me saco un auténtico problema. Imagino que ahora Dios me mira desde lo alto con esa sonrisa que viene a significar un "te lo dije", pero entonces las palabras que yo le dije pudieron hacerle daño porque fueron palabras duras y feas.

Y es que muchas veces la palabra nos compara con niños, y a veces tenemos lo peor y no tenemos lo mejor de ellos de cara a Dios. No tenemos la adoración por nuestro padre, no tenemos la obediencia ciega por su palabra, no tenemos el respeto constante, estemos o no de acuerdo, con lo que Él nos diga, a veces no lo tenemos. Y aveces nos falta la inocencia, la simpleza, la humildad, la fe y el amor incondicional que los niños son capaces de dar. Y solo nos quedan el capricho, las malas palabras, los comportamientos irracionales, como si no tuviéramos la fe que los niños tienen y solo tuviéramos su falta de visión. Pero no olvidemos una cosa, al final se hará lo que Papá diga, porque suyo es el poder, la sabiduría, la gloria... Y todo, TODO, le pertenece. Amad@ lector@, Dios te bendiga.

Guille Alías - Semillas del alma

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