Nehemías 8:12: "Entonces todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a compartir su comida; y pasaron el día muy alegres, pues habían entendido las explicaciones que les habían dado."
Toda obra de arte es susceptible de emocionar al que la observa incluso cuando no la entiende, es decir, es difícil no emocionarse ante una sinfonía de Mozart, un cuadro de Leonardo o un poema de Lorca, incluso cuando no tenemos el entendimiento pleno de la obra, ya que la calidad artística es inmensa. Sin embargo, hay un momento de entendimiento, de comprensión en el cual el sentimiento puede incrementar tanto como para conmover al espíritu. A mí me ha pasado durante años con poemas y canciones en otros idiomas, y en el mio propio, cuando me interesaba en el contexto en el cual habían sido escritas. Cuando esa luz llega a nuestra mente, entonces realmente somos conmovidos y tocados, y la obra cumple su objetivo, el cual es conmover al público.
La palabra de Dios es la obra de obras, tan sumamente conmovedora que ha conmovido a los hombres de todas las épocas, desde la época de Esdrás y Nehemías en la cual el pueblo llora ante la lectura de la palabra, hasta los millones que se conmueven hoy en día. Y esto ocurre hasta en el caso en el que la comprensión no es total, como dice todo el capítulo ocho de Nehemías, el pueblo ya se conmovía antes de que los levitas explicaran la lectura de la ley. Pero existe un momento, en el cual la verdad subyacente en la ley es explicada y revelada en el orden de Dios, a veces por alguien que ya la conoce, a veces por el mismo Dios que la revela a sus hijos. Y es entonces cuando el gozo inunda el corazón del que es iluminado, cuando el corazón salta de emoción y "pasa el día muy alegre".
Pero... ¿qué es lo que lleva a una persona a llenarse de gozo ante la revelación de la palabra de Dios? Realmente la revelación completa de la palabra es tan amplia que es difícil de ser condensada. Pero yo diría que en toda ella se habla del plan redentor de Dios por pura gracia, y eso significa el Reino de Dios, el plan redentor del Señor por obra de su gracia y de su amor. Y en toda parcela de la palabra, este concepto permanece inherente al principio bíblico que se explica, de tal modo que la comprensión del mismo, la revelación del mismo, le habla a uno del mismo amor de Dios. No podemos comparar nada en este mundo a la obra redentora del Señor y el amor que esta desprende. Busquemos de la palabra y esta nos será revelada llenándonos de gozo. Amad@ lector@, Dios te bendiga.
Guille Alías - Semillas del alma
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