Ester 7:9: "Y uno de ellos, llamado Harboná, dijo: —En casa de Amam está lista una horca, como de veintidós metros, que él mandó construir para Mardoqueo, el hombre que tan buen informe dio a Su Majestad. —¡Pues cuélguenlo en ella! —ordenó el rey."
Como entrenador de baloncesto, he podido aprender en estos años un par de cosas. Una de esas cosas, es que existen dos estrategias fundamentales para ganar un partido: la primera de ellas es tratar de jugar potenciando lo que tú haces bien, y la segunda es tratar de ganar negando lo que el otro hace bien. En términos más sencillos , la primera estrategia es salir a lograr ventajas, y la segunda es salir a defenderse de las ventajas del rival. El problema de salir a defenderse de las ventajas del rival, es que uno controla muchas menos variables que cuando sale a lograr ventajas, y es posible que uno se deje dominar por el plan de partido, a pesar de que no le esté dando resultado. Con lo cual, perderá con la sensación de no haber jugado ni siquiera a su propio estilo. A eso yo le llamo "ahorcarse en tu propia horca" y es un error que, aún hoy, a veces me pilla desprevenido.
En el pasaje de hoy , vemos a alguien que es "ahorcado en su propia horca" de una manera mucho más literal, porque en vez de tratar de ser mejor que Mardoqueo, Amán trató de tender una serie de trampas y engaños para vencerle y tratar de que lo mataran. En muchos aspectos, Amán salió a defenderse sin darse cuenta de que Mardoqueo no atacaría como él tenía pensado, y de que su plan de partido era inservible. Y no fue capaz de reaccionar ni parar hasta que perdió completamente el partido, sus propios errores fueron los nudos de la cuerda que se cernió sobre su cuello. Por eso la Biblia está llena de historias de gente que sale a lograr ventajas dejando que Dios sea esa ventaja, y que rompen las estrategias y planes de batalla de enemigos que salen, no a defender, a defenderse, que es un concepto muy distinto y que implica muchos más complejos.
En la lucha contra el pecado, es necesario que uno salga a imponer su juego, a dominar, a resaltar todas nuestras ventajas contra nuestro enemigo. Si uno sale a defenderse, con la actitud de un Amán perdedor, seguramente se vea desbordado por la gran capacidad de adaptación de nuestro enemigo, seguramente se vaya metiendo sin darse cuenta en la horca y termine tirando de la cuerda el mismo. En la lucha contra el pecado es necesario que uno sea un Mardoqueo, que la mejor ventaja que poner en valor sea Jesucristo en la vida de uno, que la mejor estrategia es luchar y jugar según sus reglas, que Él peleará donde no llegamos nosotros, y que la victoria es nuestra porque es suya y nosotros estamos con Él. Amad@ lector@, Dios te bendiga.
Guille Alías - Semillas del alma
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