Romanos 6:16: "¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia."
Recuerdo una peli en la que un hombre maduro se casaba con una mujer mucho más joven y ella le llamaba "papi" -"daddy" en inglés-, y él siempre le preguntaba durante la película "¿Quien es tu papi?". Pero al final ella le era infiel y en una de las últimas escenas él, entristecido, rompía la relación con ella, ella se giraba y le decía "pero si eres mi papi"... Él le lanzaba una última mirada y le decía: "Quizás tú lo creas, pero tus actos demuestran lo contrario...".
Hace un par de años esta pregunta me atormentaba cada noche, quien es tu Padre, quien es tu Señor, quien es tu amo... Y el no poder responder a esa pregunta con seguridad me hacía tener pesadillas muchas noches que me quitaban el sueño. La Biblia es pragmática al respecto, el que obedece a un amo es esclavo de ese amo y sus actos lo delatan. En la antigua Roma un esclavo que no servía a su amo era condenado, condenado a muerte, en ese sentido aquel que no sirve a Dios no tiene una condena distinta.
Pero tenemos la esperanza de que si nuestro corazón está puesto en servir a aquel a quien nos entregamos, podemos fallar, porque es un amo bueno que perdona. No hablo de una licencia libre para fallar, eso sería servir a otros amos... Me refiero a la tranquilidad de saber que no tengo una guillotina pendiendo sobre mi cuello porque si fallo mi amo me permite arrepentirme. Yo obedezco al Amo que con justicia es soberano, pero cuando erro y me equivoco Él siempre tiene gracia para darme. Lo mejor es que, cuando le he fallado a este Señor, Él siempre ha querido seguir siendo mi Papi. Amad@ lector@, Dios te bendiga.
Guille Alías - Semillas del alma