Génesis 26:12: "Isaac sembró en aquella tierra y Dios lo bendijo, y ese año cosechó cien veces lo sembrado."
Cuando era pequeño tenía un amigo, Julián, cuyo abuelo tenía campo, e íbamos un par de días en semana, o en el fin de semana, como el acontecimiento más importante de la semana. E íbamos con aquel hombre, le ayudábamos en lo que buenamente podíamos, y él nos enseñaba todo lo que ocurría y como funcionaba todo en el campo, además nos dejaba comer toda la fruta que queríamos. Allí aprendí algo, que la agricultura es una ciencia precisa, que hay que saber qué sembrar, cuándo sembrar, y dónde sembrar. Que hay que escuchar la voz de los que son más sabios, conocer la metereología, y amar lo que uno siembra para cosechar buen producto. En la tierra las temporadas comienzan y acaban con el fin de la cosecha, y en el campo a veces ocurren cosas inesperadas, buenas o malas, plagas y cosechas.
El campo es igual que el Reino de Dios, por eso Jesús usaba mucho la metáfora de la siembra y la cosecha, por eso la palabra está en toda su extensión muy relacionada con todos los aspectos de la agricultura. En los comienzos de toda temporada hay que planificar qué, dónde y cuándo sembrar del Reino de Dios, hay que escuchar la voz de Dios, que como aquellos viejos de campo nos dirá qué debemos sembrar y dónde, hay que ver como el contexto social y cultural nos puede influenciar cual meteorología espiritual, hay que ver si Dios hizo fértil la tierra que vamos a sembrar, y muchas otras cosas... Es tiempo de que las comunidades se paren a ver dónde van y como lo están haciendo para expandir el Reino de Dios.
Y hay que ver qué semilla estamos capacitados para sembrar. A lo mejor Dios nos capacitó para sembrar oración, y tenemos miles de acres para sembrar; a lo mejor estamos listos para sembrar santidad en los jóvenes, y es otro terreno amplísimo; a lo mejor Dios nos quiere sembrando su palabra en el deporte, en nuestra casa, en las cárceles, entre cualquier grupo de población... A lo mejor Dios nos quiere sembrando abrazos y palabras de afirmación entre los que no las tienen, quien sabe qué quiere de cada uno sino uno mismo... Y bueno, Dios es el que lo va a hacer, tú solo tienes que estar cerca de Él para tener semilla, cerca de Él para saber qué, cuándo, dónde y a quien sembrarle. A comenzar el año, te quedan 365 nuevas misericordias. Amad@ lector@, Dios te bendiga.
Guille Alías - Semillas del alma