martes, 24 de enero de 2017

Herederos 25/01/2017

Lamentaciones 3:24: "Por eso digo con toda el alma: «¡El Señor es mi herencia, y en él confío!»"

En Andalucía estamos viviendo un intenso debate político por una ley, un tanto injusta, que pone imposiciones tributarias sobre las herencias. Al principio esta ley se pensó para que las grandes herencias contribuyeran al interés del pueblo, lo cual es algo muy debatible. Lo que no es debatible, es que ha afectado a muchos pequeños ahorradores que invirtieron en inmuebles y a cuyos hijos, les están haciendo pagar por el valor de esos inmuebles, arruinando a esos hijos, o lo que es peor, haciéndoles rechazar la herencia. Y es que para mucha gente, la herencia es todo lo mejor que pueden dar a sus hijos cuando mueren, es la posibilidad de que ellos tengan una ayuda más de sus padres si pasa algo cuando ellos no estén, y a mucha gente los están obligando a rechazarla.

Para el antiguo Israel, las herencias eran tremendamente importantes, legalmente había un gran conjunto de leyes que las legislaban, y que hacían el trabajo más fácil a los jueces para repartirlas. Tal era su importancia, que Jesús las utilizaba mucho en sus parábolas. Sin embargo, el punto importante el día de hoy, es que el autor de lamentaciones, cuyo nombre es muy controvertido entre los estudiosos, consideraba que la mejor de las herencias que había recibido era la de tener al Señor como Dios, y eso es muy esclarecedor. Para esta persona, mejor que cualquier posesión era haber conocido a Dios y a su presencia. Y la herencia era un pacto que Dios había hecho con un pueblo, el pueblo de Israel. Por lo tanto, él podía ser miembro del pueblo de Dios, lo que para entonces era algo enorme. El privilegio era el mayor que podía tenerse en aquella época.

Entonces, cuán no debiera ser nuestra alegría si no sólo somos herederos del Antiguo Pacto que nos hacía pueblo de Dios, sino que además el nuevo pacto se amplía, y ya no somos solo pueblo de Dios, que también, sino que además somos hijos y herederos de todo su Reino, de toda la gloria y podemos vivir en su presencia. Y nos agobiamos por la falta de dinero, por enfermedades, por las precauciones diarias de todo ser humano, como si fuéramos humanos... Pero la palabra dice que ya no somos lo que nuestro cuerpo a simple vista parece que somos... Ya no somos humanos que heredan posesiones, somos hijos que han de heredar el cielo. Hermanos, yo entiendo esto y no me queda más que llorar de gozo. Amad@ lector@, Dios te bendiga.

Guille Alías - Semillas del alma

No hay comentarios:

Publicar un comentario