Apocalipsis 22:19: "Y a quien quite algo de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa ciudad y de lo que está descrito en este libro."
Siempre he sido un niño muy fantasioso, con mucha imaginación, quizás, demasiada imaginación. Y eso me hacía añadir cosas a las historias, para enriquecerlas, como el protagonista de la película Big fish, ya conté alguna vez que me gustaba añadir estos detalles a mis historias. Pero hay un problema con esto, y es que las historias pueden quedar interesantes o incluso hermosas pero pierden el detalle más importante, dejan de ser verdad. Y aunque algo pueda ser hermoso, si no es de verdad no tiene valor, además, cuando la gente se da cuenta de que tu historia no es verdad, pierden absolutamente la confianza y el interés en ti, aunque gran parte de la historia fuera verdad ya nada lo es, ya todo es mentira y tu credibilidad queda por los suelos. Tu buena intención al adornar la historia, no sirve más que para deshonrarte.
Pero a veces hacemos mucho eso de "adornar" las historias. Nos gusta adornar no sólo las historias sino también otras cosas, estadísticas, noticias, libros que hemos leído, películas que hemos visto e incluso biografías de gente que admiramos. A veces las adornamos sin darnos cuenta, por pura exageración, con el fin de que quien nos escucha se sienta aún más metido o intrigado por la historia, o que le apetezca más ver de qué va. El problema es que, como antes, una historia con añadidos deja de ser verdad y pasa al terreno de la patraña. Pierde toda su credibilidad, como las instrucciones para encontrar un tesoro que hayan sido confundidas con una única señal errónea, serán erróneas todas ellas a pesar de que el resto de las instrucciones puedan estar bien, porque una sola instrucción falsa emborrona todo el resultado final, destruye el resultado final.
"Todo tiene su final, nada dura para siempre", así decía una vieja canción de salsa, y claro, tenían razón a medias. Razón a medias porque nosotros sabemos que el Reino de Dios y su amor no tienen final. Pero hoy es el final de este blog, de este proyecto, de este devocional. Atrás queda un año de trabajo complemente fatigoso pero enriquecedor y dónde he tenido que estudiar y aprender bien la Biblia, escudriñar la palabra de Dios. Pero estaba ahora, ya de noche, pensando en que pasaría si yo hubiera añadido en mis devocionales algo de mí, si hubiera usado la palabra para mí provecho estaríamos hablando de un grave pecado de graves consecuencias. Hoy le pido a Dios que tome mi devocional en ofrenda, y que si algo añadí me lo perdone en el nombre de Jesús, pues nada puede añadirse a su palabra. Amad@ lector@, Dios te bendiga.
Guille Alías - Semillas del alma