sábado, 2 de septiembre de 2017

Balones fuera 02/09/2017

Génesis 3:12: "Y el hombre respondió: «La mujer que me diste por compañera fue quien me dio del árbol, y yo comí.»"

¿Quien no ha tenido el horror de conocer a alguien que se las pasa dando excusas todo el tiempo? En el colegio, en el equipo, en el trabajo o en la familia, yo mismo he tenido fases en mi vida en que me las pasé dando excusas para todo, y eso, a nivel psicológico es "echar balones fuera", es huir de la culpabilidad de nuestras acciones. En mi equipo había un jugador que no aceptaba las correcciones, siempre un error era cosa de los demás, cosa del árbitro o del azar, pero le era completamente imposible asumir la responsabilidad o la culpa de sus errores, con lo cual, era imposible que jamás aceptara su responsabilidad en nada, para él mismo, él era un crack incomprendido. El problema es que su actitud y sus excusas no engañaban a nadie, sólo a sí mismo, y sus mentiras desvirtuaron su autoestima, y nunca le permitieron aprender o mejorar.

Eso suele ser algo común en todos nosotros, muy pocas veces he conocido a alguien capaz de asumir la culpa y las responsabilidades, recuerdo a un hombre con el que tuve el honor de colaborar que entendió que pasar mucho tiempo resolviendo culpas y responsabilidades era un error, porque la mayoría de las personas en esa búsqueda de responsabilidades y culpas se embarran yo encuentran soluciones, así que, ante cualquier conflicto pasaba a buscar soluciones sin mirar casi las culpas. Y era por esta razón, porque el ser humano no quiere aprender, quiere no tener culpa, y esto debe contemplarse si uno no quiere verse embarrado, lo mejor es no hacer sentirse a la gente culpada. Sin embargo a largo plazo esta estrategia puede ser contraproducente, porque es muy injusta y porque la gente no aprende nada.

Yo creo que si bien el primer pecado es el del fruto prohibido, ligado firmemente a él está el pecado de la excusa, de exonerar la culpa de uno mismo y echársela a otro... Es un pecado ligado a todos los pecados, que muy pocos podemos evitar. Porque nadie quiere sentir el efecto de la culpa en sí mismo, ahora mismo estamos asistiendo de hecho a un tiempo en que después de los desastres, en vez de pensar en víctimas o en los verdaderos culpables, los dirigentes se pueden pasar meses o incluso años peleando por quedar limpios de responsabilidad y a la vez salpicar de la máxima responsabilidad a sus rivales. Pero Dios nos llama continuamente a aceptar la culpa, porque sin esa aceptación no puede haber arrepentimiento, y sin arrepentimiento no puede haber salvación. Huye de la excusa, no eches balones fuera. Amad@ lector@, Dios te bendiga.

Guille Alías - Semillas del alma

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