martes, 5 de septiembre de 2017

A muerte 06/09/2017

Josué 6:18: "Y ustedes, tengan cuidado de no caer bajo condenación. No toquen ni tomen nada de lo que está bajo maldición, para que el campamento de Israel no sea destruido y perturbado."

No sé si alguno de mis lectores habrá tenido ganado, pero en mi infancia y adolescencia, mi padre decidió alquilar un local y hacer un corral donde tuvimos, durante algo más de una década, gallinas cerdos, patos y hasta corderos para consumo familiar. Uno de las mayores enemigas de un corral es la rata, la rata se come los huevos, trae enfermedades, muerde y se pelea con las gallinas y a veces te enferma un animal. Y cuando una familia de ratas llega, la lucha que se desata no admite clemencia, o las matas a todas, o seguirán atacando la estructura, royendo el hormigón como si fuera una loncha de queso y atacando a los animales, porque además, la rata es un animal muy kamikaze. Así que, cuando mi padre veía restos de la presencia de ratas en el corral, íbamos a la tienda de fitosanitarios a por trampasy veneno, e incluso a veces, debíamos pasar la noche con la escopeta de balines para matar al bicho.

A mí esto me recuerda a los invasores bárbaros de la antigüedad, que daba igual que tú los rechazaras una y otra vez, debían perseguirlos y matarlos a todos porque si no, ellos volvían. Hay enemigos entre los que no valía la piedad, ni siquiera podías hacerlos esclavos, tan sólo te podía servir la política de tierra quemada contra ellos, porque para ellos la rendición y la huida eran la única derrota. Y ante esta circunstancia, algunos aprendieron que sólo era posible luchar por la destrucción de ese enemigo, los romanos quemaron Cartago hasta los cimientos porque sino, en cien años de hubiera vuelto a levantar contra ellos, y esto es algo que en la antigüedad tenían interiorizado, los mismos persas y babilonios cuando conquistan Israel terminaron destruyendo hasta el primer templo, y los romanos el segundo, porque sabían que si había algo que podía levantarse, se levantaría.

Y Dios le manda a su pueblo, en la conquista de la tierra prometida, que no dejen a ningún pueblo con vida, y existe una explicación en lo natural, pero en lo espiritual existe una enseñanza mucho mayor. Y es que en esta conquista existe una gran metáfora de cómo el hombre nuevo conquista la carne y obtiene el Reino de Dios, y cada pueblo que hay que conquistar es un pecado al cual hemos y podemos seguir estando atado. Y la política de lucha contra ese pecado no puede ser la de tener misericordia, la de apiadarnos de él, sino la de tierra quemada, y si por un pecado he de romper con un amigo, más me vale estar sin amigos en el Reino que quemarme rodeado de ellos. Hermano, si es tiempo de que reanudes tu lucha recuerda, vas a muerte, sin cuartel, hasta destruir a tu enemigo. Amad@ lector@, Dios te bendiga.

Guille Alías - Semillas del alma

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